miércoles, 7 de septiembre de 2011

Tu cabello

Creando ondas de agua y remolinos de viento, cincuenta centímetros nacen y se deshacen. Se liberan y se aferran. Juegan pero ella los encierra. ¿Quién le dice al mundo cómo debe ser?, ¿quién ata rosas para que crezcan al revés? Si la naturaleza decidió ser perfecta, ¿por qué no dejarla ser libre? Permite que cincuenta centímetros se deslicen por tu cuello, por tus hombros, por tu espalda. Que caigan como cascadas, ondeantes y desordenadas. Permite que tus cabellos sean como las letras de quien escribe: con sentido y sin él, al derecho y al revés, claras y confusas, pero, siempre, como ellas deciden ser.