miércoles, 17 de marzo de 2010

Las chiripas con cola

Es normal que en las plazas hayan ardillas, las suelen comprar para que sea un atractivo turístico. Normalmente, diría que me gusta. Considero que a muchos les pasa igual. Son tiernas, chiquitas, delicadas y bonitas. Sí, me gustan las ardillas, pero sólo las marrones.
En la Plaza Bolívar hay ardillas, pero negras. Oscura y terriblemente negras y las detesto. Son espantosas, y cada vez que paso por allá no puedo evitar repudiarlas. Son desagradables. Pareciera que hubiesen salido de un basurero o fuesen un experimento fallido de laboratorio. Me da asco como se acercan a las personas quienes les dan comida. Siendo que están contaminadas y les pegarán una enfermedad. Hoy mientras las veía trataba de explicarme por qué las detesto tanto y llegué a la conclusión que me recordaban a las chiripas. Como cuando olvidas un objeto de madera en una cocina y las chiripas decides adoptarlo por hogar, y se pegan, se reproducen, y dejan su suciedad. Tal cual veo a las ardillas negras: la máxima expresión de porquería. Unidas a la madera y moviéndose por comida, ensuciando los árboles. Asquerosas, totalmente asquerosas. Odio a esas ardillas.