miércoles, 31 de marzo de 2010

Mis días de mosca

Quedé en blanco, no pensaba en nada, simplemente veía aquella luz brillante. No entendía por qué me resultaba tan fascinante, pero no podía dejar de observarla. De repente me fui acercando lentamente a aquella blancura. No podía dejar de escuchar un terrible zumbido a mi alrededor, quería que se callara, pero no sabía exactamente de dónde venía. Pronto comprendí que ahora era una mosca, una pequeña mosca. No me preocupó saber cómo me transformé en una, solo quería llegar a la luz, pero mis torpes alas no me lo permitían. Después de algunos minutos estaba muy cerca. Era una luz grande, muy grande, pero ahora sentía la necesitad de tocarla. Empecé a sentir mucho calor, pero debía seguir, debía ser mía. No logré alcanzarla, caí, mis alas se habían quemado.